I believe for every drop of rain that falls
A flower grows
I believe that somewhere in the darkest night
A candle glows
I believe for everyone who goes astray
Someone will come to show the way
I believe
“I believe” de Ervin Drake, Al Stillman, Irvin Graham, Shirl Jimmy, 1953.
Estamos ante el inicio de un nuevo año… De una nueva década ¡Bienvenido 2020!
Y junto a este acontecimiento de vida una serie de noticias inundaron el primer mes del año: Guerras, juicios, virus mortales, extinción de flora y fauna, incendios, violencia en las escuelas, represión por parte del Estado, en fin, noticias devastadoras y que tiñen de un no-muy-alentador color el inicio de 2020; pero así es la vida, pareciera que nos muestra lo que en el momento necesitamos para darnos una lección o bien, puede ser una manera de alerta ante la crisis en la que estamos inmersos todas/os… y si no miramos o decodificamos los mensajes, otros más vendrán hasta que colapsemos.
En efecto, se muestra desalentador, pero creo que se puede cambiar el relato y mirar con ojos de que otra realidad es posible, que pequeñas acciones juntas son capaces de modificar el sabor amargo que estamos viviendo.
Y muy probablemente pensemos que esto no está ocurriendo en Yucatán, que está lejos de nosotras/os y que nuestra burbuja nos mantendrá a salvo de lo que acontece “ahí afuera” o le pasa a “las/os otras/os”.
Otro sentimiento que puede inundarnos es el miedo, un miedo aterrador que paralice, que nos impida irnos ya sea adelante o atrás; generando inseguridad puesto que todo está acabado y no hay nada por hacer.
Y es justo desde ahí donde las acciones pueden ser nulas o individualistas, no permitiéndonos trabajar en equipo, invisibilizando los hechos y las otredades; ya que “las inseguridades sociales, unidas a la desesperación y a un futuro sin perspectivas, constituyen el caldo de cultivo para las fuerzas terroristas” (Byung-Chul Han, 2016).
Y es desde ahí que como sociedad nos correspondería implementar acciones que nos propicien un espacio que de confort y esperanza; abrir el diálogo y escuchar lo que tenemos qué decir con respecto a los sentimientos y emociones que nacen a partir del bombardeo de información, qué genera en cada una/o de nosotras/os, qué pienso… Y creo que es justo ahí en donde nos permitimos apropiarnos de nuestro ser persona y gatillar cambios que nos impacten más allá de nuestra burbuja.
Como docentes y como escuela considero de vital importancia tomarnos un momento para hablar de autocuidado, límites, emociones, ideas con respecto de lo que escuchamos, de nosotras/as mismas/os; ver más allá de los diagnósticos, dignificar y valorar la individualidad y diferencia que nos hace únicas/os. Creo que es importante igual que el cuerpo docente tome conciencia de sus limitantes, de cómo se siente con lo que está pasando y ver más allá de las cuatro paredes en la que le toca trabajar cinco días a la semana; debemos modificar nuestra metodología de enseñanza aprendizaje, adaptando lo novedoso con los de antaño, el “back to basics” muchas veces nos da muy buenas lecciones.
Como familias debemos crear conciencia y mirar más allá de derechos y responsabilidades; creo que al intentar buscar un equilibrio se nos va la vida y nos perdemos el desarrollo y desenvolvimiento de nuestras/os hijas/os. Focalicemos las emociones, conversemos, dejemos a un lado las preguntas cerradas (aquellas que solo llevan a “si” o “no”) y seamos curiosas/os a la hora de querer conocer a nuestras hijas/os… Interesémonos por su mundo, nuestro mundo.
Parece, cuando leemos, que es algo difícil o que puede ser confuso, pero si creemos que se puede, ahí está la diferencia.
Inicié el texto con el fragmento de una canción interpretada magistralmente por Barbra Streisand en su álbum Higher Ground de 1997 que invita a creer; creer que el cambio en una/o, en la otredad, en todo, es posible; al fin de cuentas, como diría el gran Humberto Maturana, “cambiemos nuestras conversaciones y cambiará nuestra vida”.
Mtro. Frederick A. Santana Núñez[1]
[1] Licenciado en psicología por la Universidad Marista de Mérida. Especialista en Docencia por la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Yucatán. Maestro en Consejería y Educación en Sexualidad y Especialista en Terapia de pareja con enfoque relacional por el Centro de Estudios Superiores en Sexualidad. Integrante del Consejo coordinador de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología (FEMESS). Asesor educativo, psico y sexo terapeuta individual, familiar y de parejas.